Espalda alada, no digas nada. Solo despliega frente a la luna tus alas. No divulgues mi secreto, no amenaces con mostrarte, que si sus ojos salados descubren mi disfraz no autorizado, regarán mi autonomía y ya no lograré volar. Cada anochecer florece, entre tinieblas revive esta confianza. Mis alas se desperezan, despliegan su gran riqueza, destilan su dulce sabor. Pero debo ocultarlas, la emoción de su mirada me llegaría a matar. Humanos frágiles, que ante el malestar lloran, ante la alegría lloran, lloran de nostalgia, de insatisfacción, de dicha y de jarana, olvidando la sonrisa, esa expresión que da vida y conduce a la eternidad.
Silvana
09/10/2011