domingo, 18 de septiembre de 2011

Culpable.



Abrió los ojos mientras repetía en su mente su defensa. Así lo hizo toda la noche, su cuerpo descansaba, pero su cabeza seguía en actividad dragando posibles salidas, destrabando puertas suplentes conectadas con la libertad. Cada caso era un desafío, y ni las cifras compuestas por muchos ceros lograban cautivarlo como lo hacia el triunfo, el saberse el mejor.
Subió las escalinatas flexionando sus rodillas más de lo necesario. Buscaba con sus movimientos exagerados amedrentar, el ya estaba trabajando para su nuevo éxito. Su actitud desafiante, su apariencia firme, hasta la elección del perfume y su barba de dos días eran intencionados, todo lo digitaba, nada quedaba fuera de su control.

El padre del asesino lo contrató. Un tipo poderoso. Con la cultura de la calle y el don de la palabra trepo  hasta ocupar un lugar tan alto, que la proyección de su sombra fastidiaba a muchos ya… Y su hijo venia a aniquilar con su descontrol este momento! Pedazo de boludo! Que pudiendo manejar masas a su antojo y de su mano, prefería el poder del cuerpo a cuerpo coronado por la desnudez de algún macho con nombre de mina, esculpido con hormonas y siliconas. Depravado! Que culminaba su placer almidonándole la boca para acabar cortándole la carne, tatuando así su piel para siempre, metiéndole pánico para no volver a la calle nunca mas. Se le fue la mano al muy huevón! No había cifra que pudiera salvarlo. Su abogado lo sabía. Dudó al tomar el caso, pero las amenazas no lo dejaron elegir.  Esta vez no había actitud que lo ayudara a encontrar la salida. Hoy, sin poderío, a los tres, les tocó perder.

                                                                                Silvana
                                                                                   01/05/2011

1 comentario:

Moisés Herrerías Diego dijo...

Un texto tremendo. Una historia cruda, pero magistralmente contada.