lunes, 22 de agosto de 2011

Descorazonada.



Ahora ya no la engañarían más. Volvería al ruedo una y otra vez, ninguna caída le haría ya daño. Podría amar inmoralmente, sin miedos, sabiendo que solo seria un episodio, un estreno cada vez. Su piel clara se volvería traslúcida y fría, como su mirada, como sus besos. Un ángel de hielo, volando bajo, en cuclillas, buscando a quien envolver con sus alas de nieve. Equipado de garras agudas con las que capturar, con una tripulación de afilados dientes para descuartizar amores mentirosos, cariños embusteros. Sus lágrimas transformadas en granizo, regarían el infierno, tachando huellas, callando gritos, dejándola  inocente. Virgen otra vez, volvería  a atacar sin penitencias, cual bestia desenfrenada en una venganza continua. Paralizaría a su presa, desgarrándola, despedazándola  como hizo con su corazón. Solo su aliento, traidor, la exponía casi humana, la denunciaba con ingratitud y la mortificaba con su maniática tibieza.
                                                                   Silvana
                                                                23/04/2011

1 comentario:

Moisés Herrerías Diego dijo...

Un texto muy duro, pero magistral.