domingo, 21 de agosto de 2011

Caracolas.


 Yo las pienso. Preciso su profundo abrazo manchado de arena y mar. Necesito una maleta, cremas, un libro y poco más. Ellas me esperan acurrucadas, tapadas, descubiertas, encerradas entre  burbujas y sal. No desesperan, mis olas  las agasajan y acarician sin pausa, mi fiel representante nunca deja de suspirarles amor. Muy pronto nuestro presente será el mismo. También sabré a universo, el mismo día nos bronceará y de nácar me envolverá. Mi abrazo, mis hombros, mis pies desnudos las adivinarán y graciosas se amoldarán, reuniéndome y dedicándome toda su energía, esa que almacenaron por  ociosos meses sólo para mí. Numerosísimas y atrevidas me invaden, me rodean y me nutren de bondad, mis piernas cansadas se refrescarán en este universo de formas y tonos y yo les pido en íntimo silencio, cúbranme, revístanme con su armadura  ocultando mi resistente fragilidad.
                                                                                                       Silvana
                                                                                                                     25/07/2011

1 comentario:

Moisés Herrerías Diego dijo...

Una fragilidad que es capaz de derrumbar hasta la más potente armadura. Un texto muy bello.